A veces pasa que cuanto mayor te haces, menos gracia tiene cumplir años. No es mi caso, porque para mí la edad es un valor: de año en año somos un poco más sabios. Es decir, que acercándome a los cincuenta y tan feliz, aunque a veces eche en falta la energía de la juventud y piense que pronto estaré pa’ el chatarrero; ¿y qué?, estaré igualmente feliz. Incluso cuando me dicen, oye, que ya te salen canas, respondo: ¿A que me quedan bien?

Además, los he cumplido durante el confinamiento y ha sido igualmente genial. Porque no importa la distancia, importa el amor, la amistad, la entrega, que se acuerden de ti. Y también es divertido posponer las quedadas y celebrar, no uno, sino ¡dos o tres cumpleaños juntos! Porque ya puede llover, tronar y hasta relampaguear, que si estás a gusto con tu vida, con la familia y amigos, siempre es todo mejor. Ah, y no me olvido de contaros la historia de este precioso ramo, que me llegó cuando iba todavía en pijama, con un mensaje que decía (y resumo): «aunque para mí, tu amistad es el mejor regalo: Sretan rodjedan!», que significa ‘feliz cumpleaños’. Y lo puse en este jarrón tan bonito que veis, que era de mi abuela y que para mí simboliza la belleza del amor y la sabiduría que se transmite de madre a hija de generación en generación.

Ya veis que ayer fue un gran día, porque cumplí años, y que hoy también, porque soy un año más sabia y feliz.

Muchas gracias a todos por vuestras felicitaciones, amigos, compañeros, lectores, gracias por acordaros de mí y por hacerme un pequeño hueco en vuestro corazón.

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