Vivimos ciegos. Tenemos tan interiorizado que debajo de un burka habrá siempre una mujer, que aunque nos indignemos, no nos sorprende. Pero si intercambiamos a la mujer por el hombre (como en la última fotografía), nos damos cuenta de que él ha desaparecido. Ya no existe. Pero esto es algo que no sucede con la mujer, porque hemos asumido su invisibilidad, su tristeza y su esclavitud oculta debajo de un trozo de tela, aunque nos repugne esa idea.

Vivimos ciegos cuando asumimos lo inasumible. La costumbre mata. Como individuos no somos nada. No podemos luchar contra ningún sistema. Ni acceder a él. Porque si pudiésemos entrar para arreglarlo, viviríamos en un mundo feliz. Y no lo es. Nuestra felicidad y nuestra suerte dependen del lugar donde nacemos. Lo que sí podemos es organizarnos en colectivos sociales, luchar y avanzar, aunque sea con lentitud.

Vivimos gobernados por psicópatas, y lo son tanto los perpetradores de cualquier tipo de aberración, como quienes las consienten.

La imagen es de la fotógrafa yemení Boushra Almutawakel.

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