Al final, solo queda la luz del amor hacia uno mismo. Y si conseguimos emerger desde ahí hacia los demás, liberados del ego y del juicio, sentiremos las derrotas como triunfos de aprendizaje y los fracasos como grandes lecciones de vida. Entonces, merecerá la pena vivir y sentir.
Os deseo ánimo, fuerza y felicidad para el 2019.

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