Una de las primeras cosas que explico al enfrentarnos a la creación de un personaje de ficción, es que un personaje no se reduce a qué aspecto tiene, qué dirá y qué le sucederá. Es saber, además, qué desea y a qué se enfrenta para conseguirlo. Porque en ese enfrentamiento subyace su conflicto real. Es decir, si para nosotros la vida es un reto constante, para para nuestros personajes, también; porque detrás de lo visible se esconden su biografía y sus sombras. Y esos detallitos como qué hay en su nevera, cuál es su mayor secreto y a quién se lo ha contado, a qué llama su casa o con qué se ríe a carcajadas, nos dan muchísima información. Si lo pensamos bien, crear un personaje es bucear en nosotros mismos porque, al final, descubrimos aspectos de nuestra manera de ser que quizás nos sorprendan. Por eso dicen que la escritura es terapéutica y liberadora, porque podemos desdoblarnos y contemplar, desde fuera, cualquier situación que nos afecte; y entonces nos preguntamos: si yo fuese un personaje, ¿qué haría en esta situación? Porque en cada personaje hay un poco de nuestra conciencia, conocimiento, experiencias… Y cuando encontremos respuestas a sus heridas profundas, tal vez encontremos también las nuestras.

Así es que uno de los ejercicios que más me gusta es proponer a mis alumnos que escriban una pequeña escena donde se muestre a qué se enfrenta su personaje. Por ejemplo De todos los hombres del planeta le tocó salir con uno que se llama igual que su ex… Trata de encontrarle sentido a todo repitiéndose que, por continuidad, el chico nuevo debe ser una versión mejorada del anterior. No estaba siendo justa y lo sabía. Aquí vemos cómo la protagonista se enfrenta a una ruptura no resuelta lo que, sin duda, dificulta la relación con su segunda pareja. O en este otro, donde se muestra cómo huir no sirve de nada: No podía créelo… era él. De lejos, entre tantos turistas, ese rostro familiar, esa mirada que le llegaba al alma, no podía ser… ¿Había venido a buscarme? ¿Hasta allí? ¿Cómo me había encontrado? O ¿era casualidad? Aunque yo sabía que las casualidades no existen… Entonces, como autores, debemos saber de qué se huye en realidad, si de la otra persona o de la incapacidad de enfrentarse a uno mismo para poder solucionar ese tema pendiente con la otra persona.

Experimentar es bueno y también podemos ir a lugares diferentes, porque no hay límites dentro de la creación. Por ejemplo, Hace días que la veo sentada, escondida, observándome, y cree que no me doy cuenta. Parece dulce con su mirada transparente y su porte noble. Aunque mi aspecto es sucio y dejado, parece que no le doy asco. ¿Por qué no se me acerca? ¿Le daré miedo? Me gustaría gustarle, que se acercase, que se sentase a mi lado. Al leerlo pensamos: pobre chica, en quien se ha ido a fijar… Pero al final supimos que el narrador no era un hombre sino un perro abandonado en busca de un nuevo hogar. Así pues, el debate se centró en qué es y en qué se basa el concepto de fidelidad.

Otros temas que surgieron gracias a nuestros personajes fueron la baja autoestima y cómo nos afecta a nivel personal y profesional, el patriarcado, las apariencias como posible fuente de felicidad, la fidelidad familiar, el temor a la página en blanco, la rigidez de ideas… Como veis, grandes temas y reflexiones a partir de los personajes de ficción.

Fue enriquecedor y un placer impartir este curso. ¡Gracias, Biblioteca Joan Oliva i Milà de Vilanova i la Geltrú y a todos los participantes!

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