Ya es el tiempo de las recetas con calabaza, castañas y boniatos. De estar en la cocina con calma, de esperar a que todo se cueza con tranquilidad, de saber que estarás una hora, o dos, o tres. Y qué más da, si los días se harán cortos y las noches largas. Qué más da, si el tiempo se difumina, si el día se diluirá en noche hasta derretirse al abrazo del amanecer.
Hoy es tiempo de empezar a sentir el silencio, de prepararnos para la oscuridad, de renovarnos con la belleza de lo que está por llegar, de entender que todo lo que nace, muere. Y de sentir que de la muerte florecerá la vida.
Hoy empezaré a disfrutar con las recetas de otoño, dulces, saladas, mágicas. Y con las conservas elaboradas a finales de verano, higos al vino, mermelada de melocotón, de moras, salsas… Hoy no existe la dualidad: la noche será igual al día. Hoy soñaré. Y mañana, también. Y empezaré a disfrutar del silencio, del punto de cruz, de la lluvia, de los paseos tras la tormenta. Pero, sobre todo, del placer de leer y de escribir en la intimidad.
Feliz equinoccio e inicio de otoño.