Feliz 2023

Feliz 2023

Casi a diario contemplo este paisaje, que parece inmóvil, pero cambia con cada hora, con cada luz, con el color de las estaciones, de los sembrados, de las nubes. El paisaje cambia y yo con él. Continúo por el sendero y pienso que cada paso que damos es una huella en la historia de los demás; caminamos solos, acompañados, nos juntamos, nos separamos, nos damos la mano, una sonrisa, un beso, un abrazo. Y vamos trenzando y tejiendo la vida, la nuestra, la ajena, nos tejemos unos a otros hasta el día de nuestro traspaso en que solo seremos luz; una luz que reconforta en el recuerdo de quien todavía nos quiera escuchar. Contemplo este paisaje una y otra vez, el que todos ven, el que veo yo. Y continúo el camino.

Amigos, compañeros, lectores, gracias por un año más, por los buenos momentos, por acompañarme en los malos y por compartir este sendero que es la vida. Me despido del 2022 con agradecimiento, pero también todo con un: «No vuelvas».

Y al 2023 solo le pido que nos lo envíen con garantía de devolución, por si acaso.

Un fuerte abrazo para todos, paz, amor, salud y felicidad.

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Feliz 2022

Feliz 2022

Bajo la primera luz del último día del año, os deseo un feliz 2022 lleno de paz, amor, salud y prosperidad.

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Feliz Navidad y próspero 2022

Feliz Navidad y próspero 2022

En Navidad siempre regreso a la emoción de la infancia, a cuando de niñas, mi hermana y yo decorábamos el árbol con las bolas de cristal y las campanitas; pero era un árbol que sabía a dulce, porque también le colgábamos las chocolatinas y los bastones de caramelo que nos comeríamos después. Además, dejábamos la casa bien coqueta, la vestíamos con el acebo y las guirnaldas, disfrutábamos una barbaridad. Y de la mano de mamá y papá, dábamos paseos por las callejuelas del centro de Barcelona y recorríamos la feria de Navidad, con sus luces, sus villancicos. Aunque siempre, lo mejor, era esperar durante horas para ver la cabalgata y mantenernos despiertas durante la noche más mágica de todo el año; intentábamos pillar infraganti a Sus Majestades, pero nos dormíamos siempre…

Nuestros recuerdos nos enraízan y se engalanan con las luces de Navidad; huelen a cocido, a canelones, a turrón, a las risas de felicidad, a las reuniones con los amigos y la familia.

A todos, amigos, lectores, os deseo lo mejor para estas fiestas, que consigamos mantener la ilusión y que podamos emocionarnos con las pequeñas cosas. Y para los que se fueron, abracemos su recuerdo a la luz de una vela durante los días más señalados.

Que la entrada al 2022 nos traiga un año lleno de felicidad y prosperidad.

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La bandeja de canelones

La bandeja de canelones

Un señor escribía sobre su niñez. Hijo de inmigrantes andaluces durante los cincuenta, vivía con sus padres en un piso oscuro y pequeño de una barriada de Barcelona; decía, yo pasaba las horas mirando por la ventana, pero era tan pequeña, ¡que solo se veía un rectángulo de cielo azul! Y no sabía definir por qué le gustaban tanto esos momentos de contemplación. Entonces, le propuse tomar la ventana como símbolo de la libertad y de la felicidad que sentía cuando corría, durante los veranos, por los campos de trigo del pueblo de sus abuelos.

Hoy, nuestras ventanas han cambiado, porque además del cielo azul, de los libros y de la televisión, podemos vernos y oírnos a través de las videollamadas. Y es tan sencillo como darle a un botón y pasar un buen rato. Ya no es imaginar en soledad o dejarse llevar por lo que te estén contando, sino relacionarse con otros a tiempo real. Como hace unos días, cuando estaba a punto de preparar los canelones de Navidad. ¿Hablamos?, decía el mensaje whatsapp de una amiga. Sí, pero por videollamada, respondí. Y coloqué el móvil ahí, sobre el salero de la cocina, para ir rellenando la pasta mientras charlábamos, ella desde su sofá, yo como impartiendo una masterclass culinaria. Hablábamos y reíamos. Después pensé podríamos bautizar cada uno de los canelones con los temas de la conversación: que si el canelón Bovary, que si el sabías que durante el siglo XII…, el de qué frío hace hoy, el de mil hojas de crema que les encanta a los niños… Veinticinco nombres para veinticinco cucharadas de vida. Al día siguiente, mientras los servía, me invadía aun más el bienestar. Quien no conozca la historia pensará que solo era eso, una bandeja de canelones navideños preparada con mucho amor; pero yo sentía, además, la felicidad de la impagable compañía de las amigas que siempre están, pese al tiempo y la distancia.

Que ya volverán los días en que podamos abrazarnos, besarnos, salir a pasear, a bailar, a nadar. Mientras, estaremos a un clic de vernos y de compartir, porque quien bien te quiere te buscará donde estés, en el campo, en la ciudad, en la ventana, en la videollamada… y aunque la tormenta arrecie siempre nos quedará, desde la ventana, ese trocito de cielo azul.

Feliz Navidad y próspero Año Nuevo 2021.

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Feliz Navidad y Próspero 2020

Feliz Navidad y Próspero 2020

Cuando Dios cierra una puerta abre una ventana, dice el refrán. Pero a veces, somos nosotros quienes cerramos las puertas. Y lo que llega después no es una ventana, sino la vida entera que se despliega ante ti.

Hoy tengo muchísimo que agradecer al 2019, porque durante la recta final del año han sucedido tres grandes cosas: he aprendido a decir adiós a personas y a situaciones insostenibles, ha entrado gente nueva en mi vida, y vuelvo a impartir clases de música. Ojalá que el balance de este año sea tan positivo para vosotros como lo es para mí. Y lo es gracias a saber valorar y disfrutar de la cotidianidad que paso junto a mi familia y amigos; porque cuando entiendes que la felicidad va de cuidar y dejarse cuidar, de estar cuando te necesitan y de apoyarse en el otro, de escuchar sin juzgar, de dar la mano, de abrazar y dejarse abrazar, empiezas a construirla.

Gracias por acompañarme, amigos, lectores y compañeros. Os deseo Feliz Navidad y que el 2020 nos inunde de belleza y prosperidad.

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