Hay cenizas en mi balcón. Se están quemando los campos y bosques de Santa Coloma de Queralt y alrededores. Allí viví durante diez años y en sus paisajes me inspiré para varios de los relatos que he publicado. Allí escribí Blanca y Elisa. Ahora, desde Igualada, oigo y veo a los hidroaviones que se desplazan para apagar el incendio. Han evacuado a la gente de las masías y confinado pedanías y pueblos. Están explotando antiguas bombas de la Guerra Civil que quedaron enterradas y olvidadas. El Castell de Queralt (del siglo X), símbolo de la Marca y monumento de interés nacional, ha quedado cercado por las llamas. Durante años paseé a diario por los lugares que ahora se queman. No tengo palabras. Sé que todo volverá a brotar, aunque no creo que me dé tiempo de volver ver los paisajes como los conocí; pero a mis hijos, sí.

Gracias a todos los que trabajan en este y otros incendios. Y un fuerte abrazo y ánimo para quienes lo estáis viviendo y sufriendo de cerca.

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