Contemplo el silencio lejano de las montañas blancas mientras la luz se diluye con lentitud. Y la nieve flota con suavidad y se posa en ti, en mí. Y me abrazas y me miras y me besas, y veo en tus ojos la profundidad de un sendero infinito que no sé a dónde va; pero quiero recorrerlo contigo y descubrir qué significa vivir así, a tu lado, ahora y siempre, cerca y lejos, porque cuando tú no estás continúas abrazado a mí.

Y por fin el día se duerme bajo el arrebol invernal. Y en la oscuridad azul,  tu suavidad dibuja una sonrisa en mi piel mientras tu calidez se arropa en mi alma. Y tranquila, me duermo. 

Y sé que no importa por qué, ni cuándo ni dónde estés, sé que si me llamas: vendré.

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