Hoy escribo sobre el amor; sobre la magia de cuando alguien te llega a lo más secreto del alma y enciende las estrellas de tu corazón. Mi amiga se ha prometido, os lo he de explicar. El enlace será en la Provenza, en verano, entre lavandas. Él es de allí y ha comprado dos monedas de oro, una francesa y otra española, para que un joyero las funda y haga las alianzas de boda como símbolo de su unión. El oro restante, representará el inicio de su riqueza juntos. ¿Se puede ser más romántico? Y aunque ya sé la respuesta, le pregunto “¿dónde has encontrado a un hombre así?”. Y riendo contesta: “A mil kilómetros de Madrid”.

La boda se celebrará en un lugar de cuento, entre pueblos y abadías medievales que despiertan con el aroma del pan recién horneado, que se acicalan dulces con el néctar de las abejas, que duermen con saquitos de lavanda bajo la almohada; que te devuelven la ilusión de la infancia con tus abuelos. “Tu felicidad me hace feliz”, le digo siempre, y es que mi amiga me hace soñar; pero hoy, además, me ha devuelto la fe en el amor. Nunca es tarde para amar, ni para volverse a casar.

Os deseo feliz camino por la vida, ahora y siempre.

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