El pequeño pueblo de Massalcoreig huele a pan recién horneado; así empezaba, hace años, una entrada que escribí tras una estancia de dos o tres días en aquel precioso lugar. Y es que mis lazos con Massalcoreig vienen de lejos. Allí vive Antònia, una gran amiga y persona; nos conocimos en la UNED, las dos estudiábamos filología española y, una vez al mes, nos encontrábamos en Cervera para las tutorías de literatura. Y toda esa cultura y literatura que nos dio la universidad, Antònia la ha llevado a su pueblo en forma de club de lectura. Pero es que Antònia, además, es la propietaria del supermercado y su familia es la que provee de pan y de dulces no solo al pueblo, sino también a los alrededores. Y es que la familia Ambrosio no solo los abastece de alimentos, de pan y de repostería a tantas familias; Antònia, además, abastece Massalcoreig de cultura, porque fue ella quien creó el club de lectura. Es una agitadora cultural, diríamos. Y hace unos días, estuve allí para la presentación de Blanca y Elisa; qué maravilla fue volver a ese pequeño lugar que huele a pan recién horneado, a frutales, a sonrisas y a la gente bonita que tan bien me acogió. Con qué ganas preguntaban, hablaban, participaban… Sin lugar a dudas, es un club de lectura de lo más animado y divertido, y eso lo da el pueblo con la gente que se conoce, que se ayuda, que convive… y con su directora, la gran Antònia. Y, además de todo esto, mi sorpresa fue máxima cuando recibí, de la mano de Roser, un retrato de mí pintado a acuarela. Solo tengo palabras de agradecimiento por esta gran experiencia. Y ya lo dije entonces y lo repito ahora: me fui como siempre, con ganas de volver.
Porque volver a Massalcoreig es como volver a casa. Gracias a l’Ajuntament de Massalcoreig, a l’Associació de dones y a todas las participantes por esta gran acogida. ¡Hasta pronto!