Tumbada sobre la arena, me inundas de luz. Respiro el silencio del agua en tu mirada calma y me sumerjo en la profundidad. Soy el infinito que huele a mar, a olas, a playa húmeda cuando penetras en mí, aunque un suspiro gima en mi boca cuando te vas; pero vuelves a entrar y no hay suficiente cielo para soñar. El mundo se llena de estrellas, de dulce, salado, de brisa que se enreda en mi pecho para jugar. Y me dejo llevar. Buceo intensa por la oscuridad hasta convertirme en un océano de inmensidad que se duerme infinito en ti porque tú lo eres en mí.

¡Compártelo!