Ojalá estuvieses aquí. Te explicaría que ayer me bañé en el río y que el agua estaba tan fría que casi no pude entrar, y que de lo limpia que la encontré dudaba sobre qué era real, si mi cuerpo o su reflejo. Los macizos de flores salpicaban el agua derramando colores sobre ella, y los árboles pintaban manchas como en un cuadro. Fue divertido, me acordé de la última vez que vinimos.

Ojalá estuvieses aquí. Te explicaría que hoy he escrito hasta tarde y que te imaginaba durmiendo. Que desnuda entraba en la cama para sentir la calidez de tu piel, y tu respiración. Que me apoyaba en tu pecho y que, dormido, me abrazabas: lo haces para que no me pierda, dices. Y si estuvieses aquí, al despertar sentiría tus labios, tus caricias y tus palabras tiernas, y tú las mías.

Ojalá estuvieses aquí, te besaría y me dejaría arrullar. Y te explicaría que continúas siendo infinito, ahora y siempre, porque habitas en mí.

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