Y cuando por fin despertó, la Bella Durmiente empezó a escribir su propia historia. Porque había dormido tanto tanto… que aprendió a usar el móvil, la tablet, se matriculó en la universidad, viajó, montó un negocio de interiorismo vintage… y, en fin, que hizo tantas cosas interesantes que se dio cuenta de que era un partidazo y pensó: ¿Casarme yo? Pufff…

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