Me imagino que hoy, mientras el frío se despereza, le pide al atardecer que se afane por acortar los días y alargar las noches. Miro por la ventana y veo al bosque, fatigado ya; se prepara para bordar un tapiz de hojas lánguidas que se descolgarán hasta alfombrar los valles y montañas, de rojo, amarillo, violeta. Sé que pronto llegarán los días con dulce de membrillo, las tardes de lluvia y recogimiento con sus horas interminables para leer y escribir, noches que huelen a sopa, a juegos de mesa, a leche caliente antes de irse a dormir, horas de ovillarse bajo las mantas y despertarse arropada por la calidez de un abrazo infinito.

Hoy, toda la humanidad vivirá doce horas de luz y doce de oscuridad. Para unos llegará el tiempo de otoño; para otros, el de primavera. A todos, amigos, lectores, compañeros, os deseo feliz equinoccio y un otoño lleno de prosperidad.

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