Feliz Sant Jordi 2021

Feliz Sant Jordi 2021

Ahora que se acerca Sant Jordi, empiezo a recibir encargos para dedicar Blanca y Elisa. Pero como algunos sabréis, este año no podré estar en persona en ninguna parada, ni saludaros, charlar o dedicaros los libros allí. Os propongo, pues, que si deseáis que os firme algún ejemplar, me lo pidáis por privado y os lo envío, o lo compréis en vuestra librería de confianza (o directamente en la página de la editorial), y cuando nos veamos, os lo dedico tomando un café.

Y para los que estéis por Igualada, os invito a descubrir la parada de los autores locales de la Conca d’Òdena, que se llama Literatura i il•lustració km.0 y acogerá a veintiún artistas. Blanca y Elisa també estará, si me avisáis con tiempo puedo dejaros allí algún ejemplar dedicado.

Os deseo a todos feliz Sant Jordi. ¡Un fuerte abrazo!

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Blanca y Elisa: Noche de Libros y Letras 2020

Blanca y Elisa: Noche de Libros y Letras 2020

Cuánta emoción y felicidad sentí ayer en la Noche de Libros y Flores. Un Sant Jordi en diferido, como dijeron algunos, pero igualmente especial y emocionante, sobre todo por los reencuentros después de tantos meses sin vernos.

Estuve en la parada de autores locales de Igualada, la ciudad donde resido en la actualidad, y disfruté de las charlas y risas con los amigos y compañeros de Narranación, Zirkus, Corín Tellado Revisited, Rafa Moya y otros autores locales, por el ambiente, el compañerismo, la amistad.

Todo me ilusionó, pero recibir la visita de varios de mis alumnos del curso virtual de escritura que he impartido durante los últimos meses, eso fue espectacular. Gracias, Raquel, Frank y Rosa por el regalo de venir a verme, por la curiosidad de conocerme en persona y por esa maravillosa sensación de cercanía. ¡Sois increíbles! Y si a todo esto le añades algunos encuentros inesperados, la visita de tu amiga y colega Elena Tan, con quien compartimos un proyecto de cuenta cuentos y musicoterapia, y, además, sales en un dibujo a vuelapluma del gran Gerard Freixes, me quedo sin palabras por la felicidad.

Gracias a todos por esta celebración tan especial.

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Ítaca/Ítaca

Ítaca/Ítaca

Fa fred. Fora, el bosc desperta adormit i l’aurora es filtra a través de les escletxes dels finestrons. Quina mandra sortir del llit, s’hi està tan calent i és tan esponjós, penses. L’estufa es va consumir fa hores; l’encens i esperes. Esperar l’amor dol. I renunciar-hi, també.

Surts de la cabanya amb els peus entumits i només veus arbres i boira. Boira, un vel espès que ho cobreix tot. Esperes i escoltes el rierol, els ocells, el fullatge bressolat per la brisa… Escoltes el fred i contemples la seva llum. El fum surt per la xemeneia i flota sobre la cabanya. I recordes la dolçor dels pastissos de la iaia, quanta tendresa a cada mossegada! Encara no, deixa-ho reposar, deia. I rèieu. Respires i comences a caminar. Escoltes el bosc i t’escoltes a tu. Cada trepitjada és un batec. Saps que tot s’ha acabat i que has de tornar a començar. Ahir va ploure i queden alguns tolls. Xipolleges i comences a saltar de toll en toll fins que recordes aquella tarda d’hivern en què vas caure en un i vas estar tota la setmana engripada. A la iaia no li va fer gens de gràcia, però amb l’Adrià encara rieu en recordar-ho. L’Adrià és el teu amic de l’ànima i està feliç que tornis a ser tu, a riure, a cantar, a somiar. 

La boira es difumina amb lentitud i contemples la immensitat. I veus el gran roure amb les seves arrels emergint del sòl: mira que profundes i gruixudes són, deia la iaia; són els seus pensaments. I les branques i fulles, els seus sentiments. I penses en quan creies en fades i follets, en quan recorries el bosc a la recerca de sargantanes per enxampar-los la cua, en quan caçaves papallones i, en arribar a casa, la iaia t’obligava a deixar-les anar, en quan corries cap al penya-segat per escoltar el cant de les sirenes. Somrius i et detens. I respires profundament. Tens fred a les galtes, penses. Al lluny, el cel i la mar s’abracen transformant els seus petons en gotes de purpurina, com brillen sota el sol! I penses en Ulisses, que va viatjar durant anys abans de poder tornar a Ítaca i, en arribar, va haver de lluitar per recuperar el seu lloc. Llavors, t’adones que Ítaca ets tu, i que el veritable malefici no és la ruptura sinó insistir en una relació que, encara que ho vau intentar, no us donarà la felicitat.

Tornes a la cabanya comptant els caragols que et creues pel camí. En arribar, l’estufa crema i et prepares el desdejuni. S’hi està bé, en solitud; i potser el problema fou estar amb algú que et necessitava per no sentir-la. La tebiesa de la xocolata et reconforta i sents la tranquil·litat d’un amor que tantes ensenyances t’ha regalat. I decideixes guardar-les en el cofre de les coses boniques. És diumenge i has de tornar a la ciutat. Però la cabanya, el bosc i els amics romandran aquí per recordar-te qui ets, i per què.

Ítaca ha sortit publicat a Racó de Relats de la Revista Aplec.

Ítaca

Hace frío. Afuera, el bosque despierta dormido y la aurora se filtra a través de las contraventanas. Qué pereza salir de la cama con lo mullida y calentita que está, piensas. La estufa se consumió hace horas; la enciendes y esperas. Esperar al amor duele. Y renunciar a él, también.

Sales de la cabaña con los pies entumecidos y solo ves árboles y niebla. Niebla, un velo espeso que  lo cubre todo y que te impide ver. Esperas y escuchas al arroyo, a los pájaros, al follaje mecido por la brisa… Escuchas al frío y contemplas su luz. El humo sale por la chimenea y flota sobre la cabaña. Y recuerdas el dulzor de los pasteles de la yaya, ¡cuánta ternura en cada mordisco! Todavía no, déjalo reposar, decía. Y reíais. Respiras y empiezas a caminar. Escuchas al bosque y te escuchas a ti. Cada pisada es un latido. Sabes que todo ha acabado y que debes volver a empezar. Ayer llovió y quedan algunos charcos. Chapoteas y empiezas a saltar de charco en charco hasta que recuerdas aquella tarde de invierno en que te caíste en uno y estuviste toda la semana con gripe. A la yaya no le hizo ninguna gracia, pero con Adrián todavía reís al recordarlo. Adrián es tu amigo del alma y está feliz de que vuelvas a ser tú, a reír, a cantar, a soñar.

La niebla se difumina con lentitud y contemplas la inmensidad. Y ves al gran roble con sus raíces emergiendo del suelo: mira qué profundas y gruesas son, decía la yaya; son sus pensamientos. Y las ramas y hojas, sus sentimientos. Y te acuerdas de cuando creías en duendes y hadas, de cuando recorrías el bosque en busca de lagartijas para pillarles la cola, de cuando cazabas mariposas y, al llegar a casa, la yaya te obligaba a soltarlas, de cuando corrías hacia el acantilado para escuchar el canto de las sirenas. Sonríes y te detienes. Y respiras profundamente. Qué fríos están tus mofletes. A lo lejos, el cielo y el mar se abrazan transformando sus besos en gotas de purpurina, ¡cómo brillan bajo el sol! Y piensas en Ulises, que viajó durante años antes de poder regresar a Ítaca y, al llegar, tuvo que batallar para recuperar su lugar. Entonces, te das cuenta de que Ítaca eres tú, y de que el verdadero maleficio no es la ruptura sino insistir en una relación que, aunque lo habéis intentado, no os dará la felicidad.

Regresas a la cabaña contando los caracoles que te cruzas en el camino. Al llegar, la estufa arde y te preparas el desayuno. Se está bien en soledad; y quizás, el problema fue estar con alguien que te necesitaba para no sentirla. La tibieza del chocolate te reconforta y sientes la tranquilidad de un amor que tantas enseñanzas te ha regalado. Y decides guardarlas ahí, en el cofre de las cosas bonitas. Es domingo y has de regresar a la ciudad. Pero la cabaña, el bosque y los amigos estarán siempre ahí para recordarte quién eres, y por qué.

Traducción del texto original publicado en catalán en la sección Racó de Relats de la Revista Aplec. También podéis leerlo aquí:

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Blanca y Elisa: Sant Jordi 2019

Blanca y Elisa: Sant Jordi 2019

Muchas gracias a todos por el gran día de ayer, lectores, seguidores, amigos y compañeros. Gracias por los momentos compartidos y por los que estén por llegar.

Por la mañana estuve en la editorial, Pagès Editors (Lleida), en un acto sencillo y emotivo donde me encontré con mis colegas de profesión, gente estupenda con quien compartir la emoción de la escritura y de quien aprender, siempre. Después, en Igualada, estuve en Llegim…? Llibreria para la firma de ejemplares de Blanca y Elisa. Y ya de tarde, fui a Martorelles de la mano de la Biblioteca Montserrat Roig, donde también dediqué algún ejemplar, conocí a alguna autora local y realizamos juntas una pequeña lectura de nuestra obra.

Fue un día espectacular lleno de vida y emoción. Os dejo una pequeña galería para que veáis cómo fue todo.

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Blanca y Elisa en Inglaterra

Blanca y Elisa en Inglaterra

Me gustaría enseñaros algunas fotos de mi último viaje a Maidstone y Brighton, dos de los lugares en los que me inspiré para Blanca y Elisa. Porque siempre nos gusta, cuando leemos una novela, reconocer los lugares que aparecen en ella.

Para quienes la hayáis leído, sabréis que en Maidstone suceden cosas importantes, lo primero es que durante el siglo XIX vivieron Margaret y Elisa Parrington. Como por aquel entonces se viajaba en coche de caballos o en tren, me decidí por el tren (será que en carroza hubiese sido difícil). Si os fijáis en la foto 1, veréis la bonita bienvenida que nos da la estación: tiene una reproducción de un mapa del siglo XIX con los principales puntos de interés que hay en la zona. En la foto aparezco yo pero podría ser Blanca investigando la vida de Elisa. Y cómo no, lo primero que hice fue encaminarme hacia All Saint Church, la iglesia donde bautizaron a Elisa.

En la foto 2 me veis por el sendero que rodea la iglesia. La verdad es que me produjo una sensación extraña porque, de repente, me vi paseando entre tumbas por el camino que serpentea hasta la iglesia. Ya habréis imaginado que cualquiera de esas lápidas podría ser la de Margaret o la de Elisa. En la foto 3 podéis ver la torre del campanario con su reloj azul. ¿Os acordáis que en la novela, durante la noche de tormenta del 16 de marzo de 1859, esta torre sufre daños al caerle un rayo?

All Saint también es importante porque, en la rectoría, Blanca encuentra varios documentos como partidas de nacimiento y defunción, y una sentencia de divorcio fechada en 1853, algo que la sorprende muchísimo pero que la ayuda a continuar sus investigaciones. Por desgracia, no encontré a Sor Agnes ni a Su Ilustrísima comiendo suspiros a la crema de orujo, pero en la iglesia (foto 4) me llevé una grata sorpresa porque había una coral femenina ensayando para el concierto de esa misma noche, voz y campanas, impresionante (quizás estuviera cantando sor Dorothea…). Después, paseé por los alrededores durante un rato y encontré la casa que podría haber sido la de Sir Albert Curthley, ¿os gusta? (foto 5). Finalmente, como seguía los pasos de Blanca, visité el castillo de Leeds, que es impresionante y está a las afueras de Maidstone (fotos 6-7).

Como curiosidad, contaros que también visité Rochester, que no aparece en Blanca y Elisa pero que está muy cerquita. Os lo quería explicar porque Rochester forma parte de la ruta literaria de Charles Dickens, ya que allí se inspiró y escribió varias de sus novelas (foto 8). Y en Navidad, se celebra un festival en su honor con multitud de representaciones de sus obras. Además, tienen un castillo precioso (foto 9). Después, me encaminé hacia Strood (foto 10).

Más tarde viajé hasta Brighton. Me alojé en el Hilton Brighton Metropole y quedé enamorada. Su interior me recordó al Bedford Royal Hotel, y aunque en mi habitación no había una cama con dosel, era todo era lujo y elegancia (fotos 11-12-13).

Para el paseo marítimo de Southampton, desde donde Elisa y su padre parten hacia Funchal en otoño de 1851, me inspiré en Brighton. Estos paseos a lo largo del muelle eran uno de los pasatiempos favoritos de la época (fotos 14-15-16); el de Southampton fue inaugurado por la duquesa de Kent y la princesa Victoria en julio de 1833. Normalmente, iban los pasajeros de los transbordadores y de los barcos de paseo, y seguro que Elisa y el señor Parrington disfrutaron allí antes de su travesía.

Y, desde Brighton, directo al aeropuerto de Gatwick, en Londres. Busqué a Blanca pero no la vi, quizás fue otro día cuando viajó hacia Altaussen, Austria, para continuar con sus investigaciones. Pero para mí ya era el final del viaje.

¡Cuántos días llenos de grandes momentos!

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